Elon Musk es el dueño del Twitter y se abre una nueva discusión sobre la libertad de expresión

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Abril de 2022 pasará a la historia por haber estado dividida en dos: la primera mitad, cuando se conoció la oferta de u$s40.000 millones de Elon Musk para quedarse con Twitter; la segunda mitad, cuando la oferta se hizo efectiva apenas algunas horas después de que el directorio de la empresa decidiera activar la llamada “píldora venenosa” para evitar que el hombre más rico del mundo avanzara sobre el corazón de las decisiones de esta red social. Pero la compra se concretó. Algo sucedió durante el último fin de semana de abril para que esta red social comenzara a escribir otra historia a partir de este lunes 25. La noticia invadió las home page de los medios online en el mundo entero y Twitter se llenó de Espacios y comentarios, y opiniones, y memes, y especulaciones, y versiones, y recuerdos, y… Twitter parece haberse llenado de esa libertad de expresión a rajatabla que Musk prometió a partir de esta irresistible movida de negocios.

Musk sostuvo en el comunicado de prensa en el que se informó de la concreción de la operación que: “La libertad de expresión es la base del funcionamiento democrático, y Twitter es la plaza pública donde se debaten los asuntos vitales para el futuro de la humanidad. También quiero que Twitter sea un mejor producto con nuevas funciones, que los algoritmos sean de código abierto para aumentar la confianza, derrotar a los robots que producen spam y autenticar a todos los humanos. Twitter tiene un enorme potencial: espero trabajar con la empresa y la comunidad de usuarios para desbloquearlo”. Palabras que, lógicamente, también se difundieron por la red social y que él mismo se ocupó de retuitear con emojis de todos los colores.

Esta expresión de deseo parece haber inundado a la red este mismo lunes. Todo el mundo opinó sobre Elon Musk y sus motivaciones, las preocupaciones que genera en los organismos de derechos humanos, la innovación de que podrá dotar a esta red… la lista es infinita. Y Elon lo hizo.

Twitter cuenta con 1.300 millones de cuentas en el mundo, de los cuales 330 millones son usuarios activos mientras 211 millones son monetizables, según datos de Websitering correspondientes al tercer trimestre de 2021. Cada día se publican 500 millones de tuits. La mayor cantidad de usuarios se encuentra en Estados Unidos, estimada en 77,75 millones, seguido por Japón (58 millones), India (24,4 millones), y Brasil y el Reino Unido con 19 millones cada uno. 

Cerró 2021 con una pérdida equivalente a u$s 221 millones, mucho menor a lo que había resignado en 2020 cuando el rojo rondó los u$S 1.000 millones. Su facturación se ubicó en los u$s 5.077 millones que proviene, principalmente, del negocio publicitario on line. Solo el 10% del negocio se origina a partir de la venta de datos a terceros.

Dados los imprevisibles e inesperados comportamientos que Elon Musk ha tenido en la red social de la que ahora es dueño, es difícil imaginar cómo será el devenir de la nueva Twitter. La especulación es lo único cierto y, tal vez en eso, radica uno de los mayores ventajas de la libertad de expresión: cada quien puede decir lo que le parezca y será aplaudido o abucheado.

Sí es posible aventurar qué podría pasar a partir de las tres cosas que planteó: eliminar a los bots sería saludable, y seguramente hayan herramientas técnicas que permitan ir contra ese objetivo aunque en tiempos de inteligencia artificial es difícil pensar que se sea falible en un 100% en la concreción de esa meta.

La autenticación de las personas es un punto controvertido. Están los que atacan y los que promueven el discurso de odio escondidos en un perfil, pero también están los que pueden denunciar las cosas que están mal porque con su nombre verdadero no pueden hacerlo, o porque corren riesgo de vida. O están los que hacen humor, humor político, qué tan bien le hace a la libertad de expresión, a las instituciones y a la democracia. ¿Cómo se dirimirá esto? Solo es posible mirar con atención el devenir.

Esa misma atención habrá que tener sobre lo que suceda con los algoritmos de ahora en más. Porque que sean de código abierto no garantiza que no se creen con sesgos. La cuestión de la eliminación de los sesgos pasa más por lo cultural que por lo tecnológico y sobre esto no se conoció nada en este primer día de noticia y conmoción. Cómo se garantiza la total libertad de expresión será un gran desafío, tal vez una utopía. Porque bien entendida esto supone prevenir el discurso de odio, la circulación de información falsa, caer en sesgos. Tal vez por aquí pasen las primeras cuestiones a observar a partir de que esta operación se cierre y la red social del pajarito inicie una nueva era. Mientras tanto, nos valdremos de ella para opinar y especular sobre lo que mejor nos venga en gana.

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Soy licenciada en Comunicación Social, egresada de la Universidad Nacional de Cuyo. Estoy especializada en telecomunicaciones, tecnología y economía digital. Mis conocimientos sobre la industria vitivinícola vienen por defecto. En la secundaria me hacía machetes en Braille.