Noche Oliovita, cuando los placeres y los premios se disfrutan en casa

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Coratina. Changlot. Arbequina. El mundo del aceite de oliva también tiene distintos caminos para disfrutarlo. Y así como en el mundo del vino aprendimos a identificar varietales y elegir tomar aquellos que más nos gustan, con el aceite de oliva pasa lo mismo. Coratina, changlot, arbequina son los nombres de algunas de la variedades de aceitunas con las que se produce este alimento, cada vez más presente en nuestra cocina.

Como el vino, cada varietal de aceite de oliva tiene sus características: están los más frutados y los amarguitos, los que pican un poco más al entrar a la boca y los que, al olerlos, nos recuerdan aromas más familiares o más exóticos. Cuando se combinan, pueden entregarnos un blend que se destaca en una sopa de calabaza y choclo, o ser la base para sellar una carne. El aceite de oliva también nos abre un mundo a los sentidos, nos deja disfrutar la comida suavizándola. Y no importa de cuál se trate porque si hay un pedacito de pan a mano será la mejor excusa para empaparlo y comerlo y llevar a nuestro paladar hasta las zonas montañosas donde se encuentra la mayor concentración de olivas de nuestro país.

Degustar aceite de oliva, en cada una de sus variedades, hacer un blend a gusto y piacere, y disfrutar una cena de la mano de la cocinera Felicitas Pizarro fue el momento que pudimos compartir hace unas semanas en la Noche Oliovita, un viaje a través de los sentidos, con changlot, coratina y arbequina y la dirección de José Chediack, CEO de Grupo Phrónesis la empresa madre de Oliovita.

Originaria de Palestina, la arbequina es una de las variedades de olivas que más se viene cultivando en la Argentina en los últimos años. Como los vinos, los aceites de esta variedad suelen ser dulzones, suaves, con un toquecito de picante que lo hace realmente sabroso. Es ideal para las ensaladas. Este aceite ganó la medalla Gran Prestige Gold en el concurso TerraOlivo, en Israel, una de las competencias más importantes del planeta.

Changlot es otra variedad que también se ve con frecuencia en las etiquetas de los aceites de oliva que se producen en nuestro país. El aceite que surge de esta variedad es un poco más fuerte, para apelar a un lenguaje común. Y esto se debe a que es más picante que el anterior pero también a que es mucho más notorio su amargor. Si bien no resulta agresivo a la boca, sí se hace notar, y con potencia, cuando se lo degusta así, solito, con un sorbito que se deja burbujear entre los dientes. Va en una ensalada aunque hay va mejor acompañando carnes rojas, como el cordero, o en salsas contundentes. Proviene de Valencia, España, de ahí que en aquellas latitudes se lo conozca como changlot real. Este aceite ganó la medalla Gran Prestige Gold en el concurso TerraOlivo, en Israel, una de las competencias más prestigiosas e influyentes del planeta. Como el varietal de arbequina, este también se llevó una Gran Prestige Gold en Israel.

La tercera degustación de la Noche Oliovita fue de la mano de un coratina que, en el caso de la caja que nos tocó, presentaba un color verdoso fuerte y turbio, aspecto que puede tener un aceite si pasó por un mayor o menor filtrado. Este fue el más fuerte de la degustación. Muy picante, amargo, denso. Se hizo sentir en toda la boca. Y, lógicamente, el producto de esta variedad que viene de la Puglia italiana, acompaña comidas que son más fuertes en cuanto a sus sabores. En un pancito queda espectacular, igual que los otros dos.

El cierre de la noche, después de hacer la degustación de las tres variedades, consistió en elaborar el propio blend. A partir de lo probado y de cuánto gustó uno y otro, hubo que preparar un blend propio que, lógicamente, coronó la noche con la cena de Felicitas Pizarro, y un brindis por las medallas que Oliovita, de la empresa SolFrut, perteneciente al Grupo Phrónesis, obtuvo no sólo en Israel sino también en otros cuatro concursos internacionales en donde la compañía dio cuenta de la capacidad de la Argentina para producir alimentos de calidad. En la Noche Oliovita fue posible comprobarlo aunque esta vez el premio fue para quienes tuvimos la oportunidad de compartirla junto a José Chediack.

ACTUALIZACION: Dos meses después de la Noche Oliovita, llegaron los blends elaborados esa noche. Seis botellas con la marca Andrea Catalano, en los que se destacaron las frescas y aromáticas, según la descripción que acompañaron la «producción hogareña». Más motivos para brindar por la producción propia.

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Soy licenciada en Comunicación Social, egresada de la Universidad Nacional de Cuyo. Estoy especializada en telecomunicaciones, tecnología y economía digital. Mis conocimientos sobre la industria vitivinícola vienen por defecto. En la secundaria me hacía machetes en Braille.